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El nitrógeno es necesario en grandes cantidades durante las fases de crecimiento rápido. Sin embargo, demasiado nitrógeno puede inducir un crecimiento y un vigor excesivo, y puede provocar manchas y reducir la calidad de la uva en etapas posteriores del crecimiento. El nitrógeno debe asimismo estar disponible en la planta al principio de la maduración para su máxima acumulación en la uva. Donde no se utiliza la fertirrigación, el nitrógeno se aplica normalmente a la superficie lo antes posible en la primavera, a menos que el régimen de lluvias prevea que se vaya a lixiviar. El nitrógeno se utiliza durante el crecimiento del grano y se aplica justo antes de la caída de las hojas, para dejar reservas en la vid e impulsar una buena brotación, y para suplir las primeras etapas de crecimiento de la temporada siguiente. En fertirrigación se aplican pequeñas cantidades de nitrógeno durante toda la temporada.
Un programa mínimo de mantenimiento del fósforo, para asegurar buenas raíces y un buen desarrollo de la parra, es todo lo que normalmente se necesita.
El potasio se requiere generalmente en mayores cantidades que el nitrógeno, la remoción en frutos de un cultivo con una buena cosecha puede estar cerca del doble que la de nitrógeno. La experiencia en Sudáfrica es que la absorción de potasio puede superar los 200 kg/ha, lo que es significativamente superior a la necesaria para el nitrógeno. Sin embargo, hay que tener cuidado ya que un uso excesivo de potasio puede reducir la disponibilidad de calcio y/o magnesio.
Las mayores demandas de potasio ocurren durante el desarrollo de la uva y la maduración, siendo importante para la síntesis de carbohidratos. En épocas secas y donde la humedad del suelo sea baja, el potasio puede no estar completamente disponible para la vid, por eso se realizan aplicaciones foliares como práctica habitual, sobre todo al rededor del envero.
El calcio también es necesario en cantidades relativamente grandes, superiores a los 150 kg/ha. En algunas ocasiones pueden ser iguales en magnitud que las de nitrógeno. Cerca del 40% de la absorción de calcio es para el desarrollo de hojas y pámpanos y tiene lugar entre la emergencia de hojas y el cuajado de frutos.
Aplicaciones tempranas de nitrato de calcio pueden suministrar las necesidades de ambos nutrientes, para un desarrollo vigoroso de raíces y la producción de hojas nuevas. Sin embargo, pulverizaciones de calcio directas a la uva, especialmente avanzada la campaña, son importantes para mejorar la resistencia de la piel, y la resistencia a la manipulación y el almacenamiento.
La deficiencia de magnesio puede provocar caída de frutos en la cosecha, y mientras que las aplicaciones foliares pueden corregir esta deficiencia durante la campaña, en particular como resultado de un mal equilibrio K:Mg, la aplicación vía suelo es la mejor estrategia para asegurar que este elemento no será limitante a largo plazo. El pico de absorción de magnesio es durante el desarrollo de brotes y al comienzo del desarrollo del grano.
Mientras que las cantidades necesarias de micronutrientes son mucho menores para satisfacer la demanda de una cosecha abundante y de calidad de un buen cultivo, el equilibrio correcto de éstos es esencial. Un análisis foliar para determinar las necesidades de micronutrientes permitirá corregir las posibles deficiencias, o minimizar los efectos de una aplicación excesiva.
La deficiencia de boro puede afectar seriamente a la producción de uva de mesa, siendo causa de cuajado pobre, con uvas grandes y pequeñas en el mismo racimo. Posibles toxicidades en suelos con exceso de boro deben ser corregidas con lavados antes del comienzo de la temporada.
La falta de hierro reduce el desarrollo de la hoja y consecuentemente el tamaño de la uva y la producción.
La deficiencia de zinc puede ser un problema serio que provoca un mal cuajado de frutos y brotes achaparrados, con hojas pequeñas y mal formadas. Aplicaciónes foliares, o a través de fertirriego, puede reducir los efectos de las deficiencias de microelementos durante la temporada con una corrección rápida del problema. Aplicación en la superficie, con zinc y manganeso por ejemplo, pueden formar complejos en el suelo y hacer que la absorción sea más lenta.